Las borracheras más increíbles del mundo

Casi todo mundo tiene en su haber al menos una borrachera “épica”, una de esas historias tan locas por el alcohol, que seguramente se recordarán toda la vida.
Pero si crees que tu relato merece pasar a los libros de historia, mejor piénsalo de nuevo: tendrás que competir contra las más grandes historias de borrachera (Y todas están llenas de vergüenzas igual de mayúsculas).
Aquí te presentamos las tres mejores a nuestro criterio, pero si quieres saber de otras cuantas, chéca el reportaje original -ojo, está en inglés- en CNN,

La gran bacanal del Almirante Edward Rusell del siglo 17

El récord por el cocktail más grande de la historia, le pertenece al Almirante Naval y Lord Edward Russell. En 1964, organizó una fiesta en la cual la fuente de un jardín sirvió como recipiente para el alcohol.
La mezcla consistía de 250 galones de brandy, 125 galones de vino de Málaga, 1,400 libras de azúcar, 2,500 limones, 20 galones de jugo de lima, y 5 libras de nuez moscada.
Los meseros se encontraban de hecho dentro de la fuente, remando en una pequeña canoa para mantener la mezcla y servir a los invitados. Las fumarolas de alcohol eran tan densas que tenían que trabajar en turnos de 15 minutos o corrían el riesgo de caer por la borda mareados.
La fiesta se extendió por toda una semana y sólo se detuvo a ratos para colocar una lona sobre la fuente en los días que llovió, para evitar que se mojara la bebida. Las festividades no concluyeron sino hasta que se acabo la bebida por completo.

El Tsunami de cerveza de 1814 de Londres

En el siglo 19 se consumía tanta cerveza en la Gran Bretaña, que aquellos que se dedicaron a este negocio se volvieron inmensamente ricos. ¿Y qué mejor manera de demostrar la nueva riqueza, si no es haciendo una fiesta cada vez más loca que la del anfitrión anterior?
Por eso en 1814 la cervecería Meux’s Horse Shore construyó una barrica gigante, capaz de almacenar 4,000 galones de líquido, el equivalente a acomodar dentro de ella a 200 comensales. Y si se preguntan porque 200, es fácil: el anfitrión anterior había hecho una barrica para 100.
Así, 200 personas cenaron primero dentro de la barrica, comodamente sentados, y cuando terminaron, salieron de ella y ésta se lleno a su máxima capacidad. Todo iba muy bien y los invitados estaban impresionados, hasta que la barrica se rompió casi al llenarse, pues habían olvidado ponerle un aro de contención en su fabricación. El líquido con su fuerza rompió el resto de los barriles de la cervecera, y la conmoción se oyó a más de 10 kilómetros de distancia.
Una ola gigante de 1.3 millones de litros de cerveza oscura recorrió las calles, derribando incluso dos edificios y matando a nueve personas por causa de “ahogamiento, heridas, por fumarolas tóxicas o por alcoholización extrema”, como después se reportó.
Cuando se hicieron intentos de rescate, éstos se vieron obstaculizados por las miles de personas que salieron corriendo de sus casas a beber del nuevo río de cerveza que corría por sus calles. Cuando al final se logró rescatar a los supervivientes, en el hospital se armó una revuelta en la cual resultaron heridos muchos más, pues el olor a alcohol era tan fuerte, que los internos estaban convencidos que se estaba repartiendo cerveza gratis; claro, “en todos los pisos, menos en el mío”.

Peor que resaca con sabor a centavo

En 1804 el Almirante Naval Horacio Nelson fue muerto durante la batalla de Trafalgar, cerca de la costa de España. Usualmente, los cuerpos de los marinos se tiraban al mar, pero Nelson, al ser un almirante, tenía que ser transportado de regreso a Inglaterra para que se le hiciera un funeral oficial.
Para preservar el cuerpo, el segundo al mando puso el cuerpo del Almirante en la barrica de ron del barco, y dió órdenes para cesar las raciones del mismo a la tripulación.
Sin embargo, cuando tocaron puerto, descubrieron que la barrica estaba completamente seca.
Contra todo buen gusto (en toda la extensión de la palabra), la tripulación bebió de la barrica, sin importarles el muerto que estaba sumergido en ella. Desde entonces, en la marina al ron se le conoce como Nelson’s blood (sangre de Nelson).