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El sexo es divino

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El sexo es divino Empty El sexo es divino

Mensaje por chicoca Vie Abr 22, 2011 11:08 pm

¿Quién dijo que el sexo en el matrimonio debe ser aburrido? Luego de años de impartir educación sexual a parejas católicas y con esta pregunta en la cabeza, el cura capuchino Ksawery Knotz (45) decidió salir del anonimato del monasterio Stalowa Wola, ubicado en el sur de Polonia, para dar un mensaje al mundo: “Dios también está interesado en que las parejas lleven una vida sexual feliz y por eso les ha dado ese don, para que puedan así expresarse su amor”, afirma en su libro Sexo como Dios manda, que ya es un best seller en todo el mundo y que en la Argentina fue publicado por Editorial Lumen.

A lo largo de 250 páginas, el libro desmiente que el sexo sea considerado un pecado mortal por la Iglesia y ahonda en la práctica sexual conyugal con el fin de aumentar el placer de la vida íntima. Eso le valió en el mundo el apodo de “apóstol del Kamasutra católico”, algo que –asegura– es parte del marketing y no le molesta. “Para mí, ayudar a las parejas a mejorar sus relaciones íntimas supone también una forma de trabajar para Dios”, afirma Knotz en diálogo con Para Ti, y explicó que decidió escribir el libro porque no estaba conforme con la manera en que se hablaba sobre este tema. “A los católicos les interesa mucho la vida sexual, así que necesitan que esté presentada en el contexto de Dios, del matrimonio y la moralidad. Yo no estaba contento con el modo en que se escribía sobre este tema, entonces decidí dar mi opinión”.

¿Por qué la Iglesia no habla sobre el placer del sexo? La Iglesia habla pero demasiado poco. Y algunos lo plantean como problema, pero el placer en el sexo no es un problema... En todo caso, lo serían los valores según los cuales vive la gente que se ama. Es decir, hay que vivir el placer lo mejor posible, pero en el entorno del amor, el matrimonio, la responsabilidad mutua y la estima hacia el cuerpo y su fisiología.

¿Ha tenido apoyo de la Iglesia Católica para este mensaje? Hoy en día, sólo las personas alienadas piensan que este tema no es importante o que es innecesario. No tengo ningún problema con la Iglesia por esto. Al contrario, tengo imprimátur, es decir, la confirmación del obispo de que el contenido de mis libros no es contradictorio con la fe y la moralidad.

¿Cuáles son las pautas para que una pareja tenga una vida sexual plena y “como Dios manda”? Lo más importante siempre es el vínculo, la relación. Sin vínculo el sexo no tiene sabor, se va aburriendo y se hace improductivo. Entonces, primero hay que construir el vínculo matrimonial y segundo, cuidarlo. Pienso que hay que apreciar más la espiritualidad. Si queremos gozar profundamente de la vida sexual, es necesario pensar más sobre la relación, el encuentro de dos personas durante el sexo. La religión y el sexo siempre despiertan mucha emoción, por eso imagínense qué influencia positiva pueden generar si en lugar de ponerlas como opuestas muestran su apoyo mutuo. HAZ LO QUE YO DIGO... Célibe él, Knotz dice que la autoridad para poder hablar sobre este tema proviene del testimonio directo de las más de mil parejas que han participado de sus retiros y que lo han provisto de experiencias. “Por supuesto que hay parejas que se sorprenden con que un sacerdote les hable de estos temas, pero luego son muchas las que deciden poner en práctica mis enseñanzas para mejorar su vida sexual”, explica. Y cuenta que su inspiración surgió en parte del carácter abierto sobre este tema de su propia familia y, también, del papa Juan Pablo II, quien abordó por primera vez el tema de la sexualidad en la década del ‘60.

Así es como, con un poco de audacia y otro poco de marketing, ha logrado traspasar las paredes de su monasterio para instalarse en las vitrinas de las principales librerías del mundo de la mano de afirmaciones tales como “Dios está en el orgasmo”, una de sus máximas. Y para los que aún no se convencen, responde: “¿Qué tiene que ver Dios con el sexo? ¿Y qué tiene que ver Dios con tu salud, dinero, trabajo, descanso, amor, muerte? Si no tiene nada que ver, ¡eso significa que no eres cristiano!”

Además, el libro se ocupa de desmitificar ciertas ideas y prejuicios construidos en los fieles católicos en torno al sexo: “Cuando oyen hablar de la santidad del acto conyugal, de inmediato imaginan que el sexo debe estar privado de alegría, jueguitos frívolos, fantasías y posiciones agradables para los esposos. ¡O que tiene que ser tan triste como las canciones sacras tradicionales!” Para el fraile capuchino es exactamente al revés: la alegría, la fantasía, la lencería, las velas y los juegos, son elementos válidos y morales en el marco de una relación sexual conyugal. Y remarca que “tratar el placer sexual como manifestación de una naturaleza pecadora no tiene nada que ver con el catolicismo”.

Sin embargo, y tal como la institución a la que pertenece lo aconseja y aprueba, Knotz defiende “el amor natural”, es decir, sin preservativos ni píldoras anticonceptivas. Para el religioso, si bien el sexo no es sólo para tener hijos, tampoco es para no tenerlos: “La decisión de utilizar medios anticonceptivos pone al descubierto una mala predisposición, al mismo tiempo que la crea. Significa que ha sido roto el diálogo real de los esposos entre sí y con Dios. Permite prever que a un plazo más largo también puede quedar rota la unidad del matrimonio”, afirma en uno de los pasajes más polémicos del libro. Y concluye: “Si los esposos no atentan contra su cuerpo, su sexualidad y su fertilidad, entonces de un modo natural llevan en sus corazones la convicción humana de que aceptarán cada hijo que sea concebido”. Lo que sí pueden hacer los esposos, y deben hacerlo según el padre Knotz, es conocer cabalmente el ciclo de fertilidad de la mujer para decidir y planificar “incorporando a la vida las indicaciones de la Iglesia”.

Lo cierto es que tras el gran éxito de ventas de este primer libro, tanto en Polonia como en todo el mundo católico, Knotz acaba de editar el segundo, El sexo que no conoces: para parejas casadas que aman a Dios, que también va camino al best-seller. En tanto, su agenda de citas con parejas que quieren ser parte de sus retiros y reuniones, ya está ocupada por varios meses. Lo que se dice, un éxito como Dios manda.

El Kamasutra católico
BUSCAR LAS FORMAS DE EXPRESION DEL AMOR. El acto sexual puede ser comparado con la danza. Cada pareja, de a poco, descubre sus reacciones, sus condicionamientos biológicos y psicológicos individuales. Unas parejas se sienten magníficamente bailando un vals, otras aman el rock and roll y otras el fogoso samba. Algo similar ocurre en el lecho conyugal: cada pareja tiene su propia danza, única en su especie, parecida a otras sólo en apariencia. Por eso es tan importante que los esposos, ante todo, se escuchen a sí mismos (sus deseos y necesidades, las reacciones de sus cuerpos) y juntos busquen las formas de expresión de su amor, las que los ayuden a consolidar el lazo conyugal, las más adecuadas, cómodas, las que les ofrezcan la mayor riqueza de vivencias sexuales y que mejor se adapten a las expectativas de ambos.

CARICIAS Y ALGO MAS... El comienzo de la celebración del encuentro conyugal incluye expresiones de ternura, besos, masajes, caricias sexuales, que actúan sobre la armonía emocional de los esposos y la conciencia del vínculo erótico. El fin inmediato de esas conductas no es despertar rápidamente la excitación, sino reforzar el sentimiento de amor a través de la creación de una atmósfera de intimidad, confianza y calor emocional que ayude a vencer la vergüenza, el temor y la inseguridad. En el hombre, la eyaculación es acompañada por un placer “automático”. Por eso, por naturaleza, quiere mantener relaciones lo más frecuentemente posible. En la mujer, asumir la convivencia sexual y el riesgo asociado a un posible embarazo en muchos casos no resulta “automáticamente” premiado por la naturaleza con una fuerte vivencia de placer. En muchas ocasiones, se decide a mantener una relación sexual más por amor a su esposo que por propia necesidad. Por eso es importante que, durante la relación, el marido trate de agradecer a su mujer la entrega, el esfuerzo y el riesgo. Cuando los esposos comienzan a acariciarse con la intención de llevar a cabo un acto sexual pleno, cada conducta (clases de caricias, posiciones sexuales) que tiene como fin la excitación, está permitida y es grata a Dios. El magisterio de la Iglesia no se pronuncia acerca de cuestiones tan específicas como el límite de las caricias durante el juego previo. En esas situaciones, cuando no hay un pronunciamiento vinculante del magisterio, las opiniones morales dependen en gran parte de la sensibilidad personal, el saber, las percepciones estéticas, la educación. A menudo los esposos católicos se preguntan si el sexo oral (del latín oralis; os, oris: labios) durante el juego previo es moralmente admisible. Lasdudas con frecuencia se originan en que tal forma de caricias está propagada por la pornografía, que de este modo trata de atraer a la clientela. En ese contexto aparece como una clase de sexo rebuscado, carente de amor, y del cual los esposos toman distancia. Pero el clima de una página pornográfica no es el clima del amor conyugal. No se pueden equiparar estas dos realidades ni mezclarlas en base a asociaciones directas. Los varones experimentan un gran placer cuando son excitados en forma oral por las mujeres. Aprecian el compromiso de sus esposas. Tampoco tienen resistencias para excitar de ese modo a las mujeres, a menudo incluso lo desean. Las reacciones de las mujeres son más diversas. Hay mujeres a las que no les gusta para nada excitar así a los varones. Algunas sienten repugnancia, otras se sienten humilladas. Muchas mujeres aceptan de buena gana tales caricias de su esposo y las disfrutan.

EL ORGASMO NO LO ES TODO. La cultura consumista promueve el orgasmo como la culminación del acto sexual. Mirando el acto sexual desde el ángulo del placer, considera que el orgasmo es el momento más importante del intercambio sexual. Es un punto de vista erróneo. El momento más significativo y culminante es el momento de la penetración en la vagina de la mujer. Es el momento de la unión, de ser “una sola carne”, no sólo en el sentido de la mayor proximidad física, sino también de la unidad psicológica y espiritual. Es importante que los esposos sean conscientes del peso de ese momento y quieran permanecer el mayor tiempo posible en dicha unión. En el cuerpo de la mujer, el varón encuentra una especie de hogar, se sumerge en un lugar cálido y acogedor. La mujer, recibiendo al varón, abrigándolo como sólo ella puede hacerlo, se siente plena. Precisamente así se crea la unidad. Una excesiva concentración sobre el aspecto fisiológico de la convivencia sexual empequeñece sus elementos más importantes. El orgasmo es una experiencia que acompaña al encuentro, lo completa, se enraíza en el cuerpo, da fuerza expresiva a una experiencia más profunda y total, como es la unión de los corazones. Con el fin de despertar los sentidos durante el período infértil, vale la pena crear un ambiente propicio. Puede ser de ayuda una cena más formal, un baño de a dos, música, un par de velas, flores, perfumes, prendas íntimas diferentes, un masaje corporal, caricias, aceites aromáticos. Esos elementos de la cultura hacen más atractivo el encuentro íntimo. No sólo ayudan a que el juego amoroso sea más sutil y crean un clima de apertura y confianza; también tienen un fin pragmático: ayudan a los esposos a asumir la convivencia sexual durante el período infértil. La música no sólo sirve para crear un clima romántico; también funciona como relajante. A los varones les agradan los “juguetes” eróticos, como unas braguitas de encaje, que pueden servir a la esposa para vencer el temor a mostrarse desnuda. El juego de luces y sombras en el dormitorio matrimonial no sólo crea un clima misterioso, también ayuda a vencer el pudor ante una mayor proximidad.

PASION MAS ESPIRITU. A menudo confundimos el concepto “pasión” con el concepto “deseo carnal”. Corrientemente los dos conceptos se usan de forma indistinta. Pero en la Iglesia, desde los tiempos de San Agustín, se entiende que el deseo carnal está relacionado con el pecado original. Por eso, en el terreno de la Iglesia hay que tener cuidado de no utilizar los dos conceptos como sinónimos. El placer sexual acompaña el encuentro de los esposos que se aman. Dios, que creó el placer sexual, acepta plenamente esa sensación humana, permite que se goce durante el acto conyugal. La búsqueda del placer no es sólo un deseo de intensidad cada vez mayor, sino también de un amor más profundo, del cumplimiento último, la búsqueda oculta cuyo límite es el infinito. Bajo el influjo de la gracia de Dios, la pasión se convierte en el hálito carnal del alma que abarca el nivel corporal del ser humano. En el lenguaje teológico, el concepto “deseo carnal” describe un estado del corazón, de las más profundas esferas espirituales del ser humano. Se manifiesta exteriormente también a través del cuerpo como expresiones de soberbia, avaricia, envidia, lujuria. El deseo carnal es fuente de pecados que destruyen la unidad, el amor, la armonía entre las personas. Tratar el placer sexual como manifestación de una naturaleza pecadora, confundir las decisiones humanas, de las que hay que hacerse cargo, con las reacciones del cuerpo humano no tiene nada que ver con el catolicismo. La pasión en el lecho conyugal no puede ser entendida negativamente como un brutal deseo carnal que embota el entendimiento, anula la capacidad del hombre para elegir el bien y degrada el acto sexual al nivel de una reacción puramente biológica, que nada tiene en común con los asuntos del espíritu.

EL CIELO ES EL LIMITE. El amor entre los esposos, que se expresa en el acto sexual, hace que la corporalidad del ser humano sea elevada hacia el cielo. El éxtasis asociado con la alegría de la convivencia sexual puede compararse con la felicidad de la vida eterna. Los esposos cristianos, gracias a la espiritualidad que los aproxima entre sí, pueden gozar de mayor alegría en su vida sexual que el resto de la población. Durante la convivencia sexual, el varón experimenta muy fácilmente el orgasmo. En cambio, la mujer puede descubrir el placer sexual lentamente. Las sensaciones sexuales en ella se despiertan y crecen de a poco. Cuando la mujer ya está excitada desea experimentar, tal como el varón, un placer total. La sensación de insatisfacción sexual de una mujer excitada es un gran sufrimiento físico y psicológico. La mujer que no ha tenido tiempo de llegar al orgasmo a causa de una relación demasiado breve para ella “puede permitir que el marido la satisfaga de cualquier otro modo”. Sólo después de experimentar un orgasmo la mujer se siente plenamente satisfecha. El amor del marido por su esposa lo obliga a que después de su propia satisfacción acaricie la vulva y el clítoris hasta que ella alcance el orgasmo. El marido perjudica a su esposa si la deja insatisfecha. La experiencia del acto sexual humano no está totalmente descrita si no se contempla su dimensión espiritual. La promesa del Evangelio respecto a la vida sexual abre anchos horizontes para el amor humano. Reafirma que la energía sexual es una fuerza realmente buena, magnífica y bella que permite vivir tanto el placer y la satisfacción, como la unión espiritual con la persona amada, la alegría de recibirla y entregarse a ella. Las vivencias experimentadas en el cuerpo son dones del Creador. Dios se manifiesta a los esposos a través del Cuerpo de Cristo, en el que reencuentran el sentido del misterio de “ser una sola carne”. REZAR, COMER, AMAR... Una dieta bien compuesta puede cumplir su rol en el mejoramiento de la vida sexual. Para cuidar la salud, los esposos deberían limitar los productos ricos en grasas animales porque engordan, pero sobre todo influyen en el aparato circulatorio y la economía hormonal. A los varones les bajan el nivel de testosterona y a las mujeres el de estrógeno, lo que empeora la práctica sexual. En cambio, en el menú diario no deberían faltar los ácidos grasos insaturados, que se encuentran en los aceites vegetales y en los pescados. Influyen positivamente sobre el metabolismo, el sistema circulatorio y cerebrovascular. Por lo tanto, también sobre la vida íntima. Vale la pena comer verduras tales como apio, puerro, berenjena, perejil, lechuga, pimientos, calabaza, tomate, zanahoria, espárragos, que pueden ser ligeramente afrodisíacos. Una propiedad similar tienen los hongos, sobre todo la morchella y la mitrophora.Entre las frutas es necesario mencionar: melón, ananá, palta, granada, mango, damasco, durazno y frutilla. No hay que olvidar las hierbas y especias: albahaca, chiles, rábano picante, canela, ajo, nuez moscada, mostazas, coriandro, raíz de levístico, pimienta negra, romero, vainilla, ginseng y jengibre. También tienen efecto afrodisíaco pequeñas cantidades de vino o champaña. Pero hay que recordar que el exceso de alcohol, en vez de excitar, debilita el impulso y la efectividad: en el varón produce problemas con la erección, en las mujeres problemas con la lubricación vaginal. La cerveza ocasiona pesadez. Uno de los enemigos declarados de la vida sexual es el cigarrillo. Para que se produzca la erección, la sangre debe llegar a los órganos sexuales. Dado que el tabaco es vasoconstrictor, dificulta la circulación, lo que se comprueba en el dormitorio.
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