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¿Hasta dónde llevar la literatura erótica?

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Mensaje por wilmidas Sáb Oct 16, 2010 8:41 pm

¿Hasta dónde llevar la literatura erótica?

Preguntarse por el punto hasta donde llevar el relato erótico es lo mismo que preguntarse por el alcance del mismo placer sexual. Si este contempla su extralimitación más allá de la relación heterosexual tópica de la copula marcada funcionalmente por razones reproductivas pude entrar en un terreno voluptuoso en el que cabe una extensa y compleja escenografía en la que puede caber desde lo que va dejando de ser muy lentamente tabú ( homosexualidad, juegos plurales, sexo oral y anal) a lo que lo irá dejando de serlo en el futuro (juegos de líquidos y performance de sadomaso) pasando por las relaciones incestuosas y las intergeneracionales sin que eso incluya la pederastia patológica o las escatologías desagradables.

Hay algo de lo sexual que conecta con lo revulsivo porque las zonas corporales de máximo placer sirven para cumplir otras funciones que no hace falta mencionar por el momento. También está la orden en forma de dictado de que todo lo excrementicio es sucio y determinadas partes del cuerpo que desprenden olores que pueden ser desagradables no hay que tocarlas o no hay que mirarlas o no hay que tenerlas en cuenta. Las parejas sexuales que comparten intimidad se pasan la mayor parte de su vida desconociendo deliberadamente determinadas zonas del otro, No es nada nuevo el propio sujeto se desconoce las suyas. La figura humana está constituida de tal manera que su campo de visión es frontal con un arco de unos 90 grados como máximo de campo útil de visión desde una posición fija de la cabeza , tratar de ampliarla algo más significa forzar la vista y en lugar de hacerlo se ladea la cabeza. Nadie ve su espalda directamente o su nuca, salvo que sea un acróbata muy flexible. Lo hace indirectamente con ayuda de espejos o recibe información de ella por el reportaje que le diga su compañero sexual o su fisioterapeuta.

La historia de la literatura erótica ha jugado con imágenes supuestas y con insinuaciones más que con la explicitación directa de los actos sexuales o más concretamente las cópulas. Ha sido la pornografía la que ha dejado de lado los decorados para pasar directamente a la actividad sexual. Recuerdo que dentro de la primera pornografía que llegó a mis manos (las clásicas fotonovelas) antes de cuatro fotogramas los personajes estaban ya besándose o chupándose con primeros planos de coños suculentos o de formidables penes pidiendo entrar en cuerpo ajeno. Tal vez el diálogo no era una joya literaria pero saltaba del hola a la expresión del deseo. Todos y todas sabían para lo que se citaban y nadie hacia remoloneaba haciéndose el longuis o el ¿es a mi? Sino que iban a lo que iban: a ******* que esa era la palabra exacta, más que a hacer el amor o a cortejarse o a merodearse desde el supuesto de hacer lo otro. El relato pornográfico a diferencia del erótico coloca desde el primer momento los primeros planos del sexo, lo otro, el proceso seductivo, la forma de contacto, la simpatía desplegada y la sintonía, se da por supuesto. El caso es que la pornografía es lo explicito y el erotismo nunca llega a manifestarla del todo. Raramente la literatura erótica y el arte erótico escénico llegar a exhibir sexo explicito en primerísimos planos. El erotismo sugiere y la erotología contempla la confabulación con los espectadores desde su posición de querer ser seducidos más que ser enseñados por lo que a prácticas sexuales concretas se refiere.

Mis lecturas o mejor dicho miradas de pornografía (que nunca pudieron ser tantas porque no me dediqué a comprar esos materiales) formaban parte de mi educación sexual. Sigo guardando un par de dossiers de revistas y algún libro pornográfico en la sección de sexología de mi biblioteca. Se daba una paradoja: las fotografías más explicitas de los genitales no eran las de los libros científicos o didácticos sino de las revistas porno.
Hay quien defiende directamente su exhibición e incluso quien se excita teniéndola cerca de su cama cuando está con su partner. La Francia liberal o más liberal en comparación a la atrasada España franquista no tenía problema en exhibirla en las portadas de sus revistas especializadas en las calles principales de sus ciudades. A su debido momento llegó el mismo consentimiento generalizado en España. Tras una primera expectación nadie se detiene a sorprenderse por esa clase de revistas cuando va a comprar el periódico.

Hay gente que no necesita esos consumos visuales o cuenta con otras fuentes de excitación sin la necesidad de aquellos. Eso no impide demostrar que cuantos mayores estímulos erotizantes llegan a un sistema perceptivo más alta será su libido y más perentoriedad tendrá para el juego amoroso y su descarga tensional. El acto sexual empieza antes de la penetración, evidentemente, empieza con el juego seductivo, eso es lo que se ha dicho siempre. Creo que también se puede afirmar que empieza desde el mismo momento en que la constancia del deseo sexual lleva a curiosear por literaturas y escenas. Técnicamente la cita sexual que tienes establecida con tu amante o con la pareja que te espera en la cama cada noche empieza desde mucho antes de coincidir con ella en la cama. Ha empezado ya al pensar en esa escena y en lo que vas a hacer en ello, en cual es el estado de tu deseo, en la literatura que estás leyendo o que estés escribiendo de carga erotizante, en la historia visual que estés mirando de una pantalla. Todo forma parte del proceso psicoenergetizante.

No siempre el deseo queda igualado por la puesta en escena de lo más aproximado al mismo. Se puede estar deseando la penetración anal y nunca pasar de la vaginal, se puede estar deseando el anilingus y nunca atreverse a pedirlo, se puede estar imaginando la escena de un trío y nunca llegar a invitar a un tercero a la cama, se puede estar deseando beber o ser duchado/a y nunca hacerlo, se puede desear tener una potencia multiorgásmicas y nunca pasar del primero. Ese decalage entre el deseo y la realidad acompaña la tragedia humana desde hace siglos. No va a ser resuelta por la sola fuerza de voluntad o por la capacidad analítica de este tema. Son muchos los factores contra los que tiene que luchar un partner: su deseo se abre paso en un laberinto de condicionantes.

La literatura erótica los explora hasta el máximo imaginario posible. Lo que ésta hace no significa que luego los cuerpos jugando la acompañen. Habría que ver para cada caso lo que pesa más en el placer concreto si la manipulación de los genitales o el recurso fantástico. Este demuestra que algunas imágenes de fabricación individual son más universales de lo que en principio el sujeto pueda pensar.

La literatura erótica puede ser considerada como género pero en realidad está imbricada dentro de otros varios géneros. Así como la pornográfica lo es por dedicarse exclusivamente a los planos sexuales, aquella implica otros muchos aspectos de la sensualidad, la conquista, el acercamiento, la seducción y los juegos de tanteos. Desde la posición escritora la literatura escrita es una forma de erotización y de excitación, desde la posición lectora también. Tanto en un caso como en otro el psiquismo individual y la libido quedan mucho más activados/excitados para la acción amorosa posterior. Su lectura cumple la función de la fantasía.

Es fácil de comprobar: el sujeto inapetente es levantado de su tedio tras una lectura apropiada. Supera el simple visionado de la pornografía de video o de revistas haciendo jugar un papel más activo a la imaginación de sujeto, principio y fin del máximo deseo.
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